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19 de septiembre de 2012

PAZ CHICA PARA UNA GUERRA GRANDE

El 28 de octubre buques de la Marina Real española procedieron a efectuar un bloqueo de los puertos de Tánger, Tetuán y Larache, al tiempo que con una diligencia inusual, se creaba una fuerza expedicionaria compuesta por tres cuerpos de ejército, en los que puso al frente a los generales Juan Zabala de la Fuente, Antonio Ros de Olano y Ramón Echagüe, una división de reserva bajo el mando del general Prim y otra de caballería, con un total de 163 jefes, 1599 oficiales, 33228 de tropa, 2947 caballos y mulos y 74 cañones.

En Algeciras se concentró la flota al mando del brigadier de la Armada Segundo Díaz de Herrero compuesta por cuatro buques de vela, 6 de hélice, 11 de ruedas, 2 faluchas, 20 lanchas cañoneras y 12 buques de transporte; más tarde se incorporarían un navío, una fragata y un bergantín, formando un total de 58 naves.

Por su parte,y según los datos que figuran en el Atlas editado en 1861 por el Depósito de la guerra se describen las tropas del Sultán como una mezcla de efectivos  de 15.000 hombres a caballo-la llamada Guardia Negra- con espingardas, sables y gumías; otros 25.000 mitad infante y mitad jinetes; un cuerpo de Infantería veterana denominado Nizam de 2.000 hombres con fusiles y carabinas de procedencia inglesa y 2.000 artilleros con cañones, gran parte de ellos obsoletos. El mando de las tropas permanentes lo ostentaba el emir Muley- el-Abas, hombre de gran prestigio, hermano mayor del Sultán, siguiéndole en autoridad otro de los hermanos llamado Sid Ahamed. 

El plan de O´Donnell era tomar la ciudad de Tetuán (Aita Tettauen en árabe) para negociar con los marroquíes en posición de fuerza.





El 19 de noviembre, bajo un furioso temporal, desembarcó el 1er Cuerpo de Ejército de Echagüe, y ese mismo día se tomó la posición denominada el Serrallo, a unos cinco kilómetros de las murallas de Ceuta y se instaló el campamento que posteriormente sería el cuartel General de Operaciones y base de partida.

Desde la posición de Serrallo partían tres caminos, uno hacia el norte en dirección a Tánger, otro hacia poniente que llevaba a Anghera y otro hacia el sur que conducía hasta Tetuán.

El campamento español, anegado por las torrenciales lluvias, se volvió un terreno insalubre muy propicio para que el terrible cólera se apoderara de él. Esta epidemia causó más bajas en el Ejército Expedicionario que las balas marroquíes.

Tras el combate del día 25 de noviembre el 1er Cuerpo de Ejército quedó en una delicada situación con Echagüe herido y sus fuerzas reducidas a 7.500 hombres, lo que aceleró los planes de O´Donnell para embarcar con urgencia al 2º Cuerpo y la división de reserva, mientras se alistaba para la salida el 3er Cuerpo.

Durante los primeros días del frio y lluvioso mes de diciembre comenzaron las obras para adecuar el camino a Tetuán por la costa, tarea que se vio dificultada por los fuertes aguaceros que convertían en lodazales los caminos y campamentos. Este contratiempo elevó a más de 2.000 las bajas por el cólera en un mes de campaña. Durante este período el enemigo atacó en varias ocasiones, pero fue rechazado en todas ellas.

El día 1 de enero de 1860 amaneció con el cielo despejado y el viento en calma. Hasta entonces los combates habían sido defensivos, pero con el nuevo año las cosas iban a cambiar.

La División Prim (unos 4.000 hombres) avanzaría en vanguardia abriendo camino, seguida de dos escuadrones de húsares, dos baterías de montaña, O´Donnell y su Estado Mayor y el 2º Cuerpo de Zabala (7.000 hombres), que con otra batería de montaña formaban la retaguardia.

El 3er Cuerpo y la División de Caballería partirían el día 2, y el 1er Cuerpo se quedaría en los campamentos, muy quebrantados por los combates y la epidemia.

Mientras el enemigo, mandado por el hermano del sultán Muley –el-Abbas y el bajá de Tetuán, iban engrosando sus filas. Moros del Rey, bojaris de la Guardia Negra, montañeses y guerreros de Anghera, se iban concentrando contando con unas fuerzas de unos 20.000 hombres.

Sobre las ocho, la vanguardia de Prim avistó el valle de los Castillejos, observando que unos cerros a la derecha de la carretera estaban ocupados por unos mil moros, dispuestos a hostilizar la larga columna de hombres e impedimentas. Prim mantuvo un fuerte combate para tomar las alturas ocupadas por los moros, pero al conseguirlo los moros iniciaron un contraataque para desalojarlos.

Eran las tres de la tarde y los hombres de Prim no daban abasto para contener las oleadas de atacantes. Las tropas de reserva acudieron para tratar de frenar la marea enemiga. Pero era tal la presión de los reiterados ataques, que los españoles empezaron a ceder. Acudieron todas las reservas para contener al adversario, entre ellos los dos batallones del Regimiento de Córdoba, que se desembarazaron de sus mochilas para emprender más ligeros el ataque. Una y otra vez se cargó a la bayoneta, pero tuvieron que retroceder diezmados, más allá de donde habían dejado sus mochilas.

Prim vio el peligro y arengó desde su montura a los de Córdoba, sin conseguir que reaccionasen. Prim arrebató la bandera del regimiento al oficial que la portaba y mostrándosela dijo:” ¡Soldados podéis abandonar esas mochilas, porque son vuestras; pero no podéis abandonar esta bandera porque es de la Patria. Yo voy a meterme con ella en las filas enemigas… ¿Permitiréis que este estandarte de España caiga en poder de los moros? ¿Dejareis morir solo a vuestro general?”. Los de Córdoba reaccionaron y la contienda se convirtió en una carnicería.



O´Donnell que contemplaba la acción dio orden de avanzar al 2º Cuerpo, para apoyar al Cuerpo de Reserva de Prim que estaba sin municiones y exhausto. A paso de carga partieron los batallones de Arapiles, Saboya, León y Simancas, entablándose un fuerte combate en el que ningún bando cedía. La situación era crítica. O´Donnell con su escolta y dos batallones de La Princesa acudió a la línea de fuego, pero cuando llegaron a los disputados cerros, Prim y Zabala habían logrado invertir la situación y los marroquíes comenzaban a ceder.

Al apagarse la tarde la victoria era de los españoles, que en la que ha pasado a llamarse la batalla de los Castillejos, avanzó más de 10 kilómetros en el camino a Tetuán.

El día 7 las tropas cruzaron el río Asmir y acamparon en la orilla. Sobre las cinco de la tarde se desató un fortísimo temporal de agua y viento que duró cinco días. Los buques que desde la costa protegían el avance tuvieron que retirarse y buscar abrigo en puertos cercanos, perdiéndose el vapor Santa Isabel y la goleta Rosalía. El campamento español sufrió de pleno las inclemencias del tiempo y en todos estos días el ejército no recibió suministro alguno, ya que éste llegaba por mar. Las tropas tuvieron que soportar verdaderas penalidades, de ahí que los soldados bautizaran este asentamiento como el “campamento del hambre”.

El día 14 tras recibir los víveres y provisiones reanudaron la marcha hasta instalar su campamento cerca de la desembocadura del río San Martin, denominado Reducto de la Estrella ubicado a media jornada de Tetuán. El día 31 se produjo la acción de Uad el Jelú, en la que los marroquíes mandados por los príncipes Muley-el Abbas y Muley Ahmed atacaron el flanco derecho español, pero fueron rechazados con el apoyo de la artillería y el fuego de la batería de cohetes, que se empleaban en combate por primera vez.

Pero el amanacer del día 4 de febrero se dio orden de avanzar hacia Tetuán pasando el río Alcántara. Desde los dos campamentos marroquíes y desde la propia ciudad se inició un constante ataque a las tropas españolas. A pesar del fuego artillero, el avance del ejército español continua sin contestar hasta los 1.700 metros, momento en que la artillería propia entra en posición y comienza a batir los emplazamientos enemigos. Los españoles avanzan y a 400 metros la infantería dio con un terreno pantanoso cubierto por la vegetación delante de las trincheras. La confusión surgió entre los españoles que apenas podían moverse en el enfangado lodazal.

Prim reparó en la grave situación y tras arengar a sus soldados se precipitó por un hueco en el muro de tierra, sus soldados y los voluntarios catalanes, siguiendo a su general penetraron por las troneras de los cañones; los demás batallones respaldaron el ataque y tras media hora de lucha cuerpo a cuerpo, el enemigo abandonó tiendas, cañones, armas y demás equipo de guerra.

Finalmente O´Donnell atacó el campamento de Muley-el –Abbas que apenas ofreció resistencia. El camino de Tetuán estaba abierto, pero a un alto precio. El 6 de febrero los españoles entraban victoriosos en Tetuán.



Del día 6 de febrero
nos tenemos que acordar
 entraron los españoles
en la plaza de Tetuán
La plaza de Tánger la van a tomar
también han tomado la de Tetuán
En la plaza de Tetuán
hay un caballo de caña
cuando el caballo relinche
entrará el moro en España
La plaza de Tánger la van a tomar
también han tomado la de Tetuán
¡Centinela, centinela
centinela del serrallo!
¡alerta, alerta que vienen
los moritos a caballo!


La plaza de Tánger la van a tomar
también han tomado la de Tetuán





En el parte que rindió el general O´Donnell de esta batalla, merece especial atención lo que sigue:”…difícil me sería citar los nombres de los que han combatido haciéndose dignos de mención especial y por lo mismo me limito a manifestar que todos los cuadros de mando y tropa han cumplido con su deber”

El día 11 Muley-el Abbas envió una comisión para negociar la paz, pero O´Donnell se mantuvo inflexible en sus demandas, que entre otras comprendía la anexión de Tetuán. Los marroquíes se negaron en rotundo, por lo que se reanudaron las hostilidades.

Tras unos días de preparación y reabastecimiento, el 23 de marzo el ejército español se puso de nuevo en movimiento rumbo a Tánger.

 Al punto de iniciar la marcha, el enemigo hace acto de presencia, al principio muy disperso, pero después fuertemente reforzado, a pesar de ello el 1er Cuerpo del general Echagüe sigue su progresión. Hay un momento crítico en el que los Cazadores de Cataluña ascienden por una ladera del desfiladero del Fondak de Aín Yedida, y por la opuesta lo hace el enemigo entablándose un encarnizado combate cuerpo a cuerpo, generalizándose la acción de forma muy violenta con todas las fuerzas presentes, con ataques y contraataques de unos y otros que culminan al caer la tarde, momento en el que el enemigo, temeroso de que su retirada por el valle de Wad Ras sea cortada, abandona sus posiciones y se retira. En esta dura jornada fueron muchas las bajas españolas entre las que cabe destacar al general Alcalá Galiano. Los cañones capturados en esta batalla fueron fundidos y su metal sirvió para realizar las esculturas de los dos leones que guardan las Cortes Españolas.

Al día siguiente se presentó un jinete en el campo español de parte del príncipe Muley-el-Abbas pidiendo una tregua. Tras la entrevista del Principe con O´Donnell se firmó un acuerdo previo conocido como el Tratado de Wad Ras cuyas condiciones eran: ensanche de la zona exterior de Ceuta, indemnización equivalente a 400 millones de reales, el permiso para la instalación de una fábrica en Santa Cruz de la Mar Pequeña y una misión religiosa en Fez.

El día 27 se ratificó la paz y se comenzó a repatriar las distintas unidades del Ejército Expedicionario, aunque las tropas españolas permanecieron en Tetuán hasta mayo de 1862.

La guerra con Marruecos reportó escasos beneficios para España. “Paz chica de una guerra grande”.

Las bajas fueron elevadísimas para lo que duró la contienda, pues murieron en combate 786 hombres, a consecuencia de las heridas lo hicieron otros 366, lo que eleva la cifra de muertos en la lucha a 1.152. A estos hay que sumar 2.888 muertos por enfermedad. Los heridos fueron 4.994 lo que suma un total de 9.034 bajas entre muertos y heridos, un 23% de un ejército de unos 40.000 hombres.





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