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26 de enero de 2021

UN MITO, EL NOVIO DE LA MUERTE

 

España necesitaba soldados profesionales occidentales para luchar en el Protectorado, con la finalidad de evitar los problemas de todo tipo que ocasionaban las constantes bajas en el conflicto marroquí de los reclutas de quintas en los gobiernos de Alfonso XIII.

El 5 de septiembre de 1919 el ministro de la Guerra Tovar autorizó al comandante Millán Astray a visitar los acuartelamientos y unidades de marcha de la Legión Extranjera francesa en Argelia. Millán Astray viajó a Sidi-Bel-Abbés y a Tremecén para estudiar, analizar, diseccionar las virtudes y defectos de los legionarios galos. En su estancia extrajo los pros y los contras de lo que vio, con la idea de corregir los segundos. Regresó a España el 27 de octubre de 1919.

El 7 de enero de 1920 Millán Astray asciende a teniente coronel y es destinado al Regimiento de Infantería del Príncipe n.º 3, de guarnición en Oviedo. En esta unidad coincide con otro veterano de Marruecos, que había servido en Regulares, otro africanista, el comandante Franco, que mandaba el 1.er Batallón del Regimiento. En junio, Millán Astray le ofrece a Franco ser el segundo jefe del futuro Tercio de Extranjeros. Una aventura que muchos pronostican que puede convertirse en un enorme fracaso.

La fundación del Tercio de Extranjeros

El 9 de febrero por R. O. de 31 de enero se ordena a Millán Astray que organice una nueva unidad de soldados profesionales bajo el nombre de Tercio de Extranjeros, unidad que es creada por Real Decreto de 28 del mismo mes por el entonces ministro de la Guerra general Villalba, en un gobierno Allendesalazar, a pesar del criterio contrario de su ministro de Estado, el marqués de Lema.

La llegada de Luis de Marichalar, vizconde de Eza, al Ministerio de la Guerra el 5 de mayo de 1920, en un gobierno Dato, resultó determinante. Millán Astray pronunció el 14 de mayo en el Centro Cultural del Ejército y la Armada su famosa conferencia titulada Un Viaje a Argelia. La Legión Extranjera de Argelia y el Tercio de Extranjeros Español, a la que asistieron los generales Tovar, Zabalza, Álvarez Rivas, Fernández Llanos y Miguel Primo de Rivera. También se ganó el apoyo del mismísimo Alfonso XIII y del prestigioso general Valeriano Weyler.

El 4 de septiembre de 1920 el vizconde de Eza, que, a pesar del asesinato de Dato, seguía siendo responsable de la cartera de Guerra, autorizó el alistamiento de los primeros legionarios para el Tercio de Extranjeros. En el ya teniente coronel Millán Astray recayó la creación del Tercio de Extranjeros en calidad de primero de sus jefes.





La primera orden de Millán Astray fue establecer banderines de enganche en Madrid, Zaragoza, Barcelona y Valencia para inmediatamente viajar a Ceuta con el fin de preparar la llegada de los primeros voluntarios. Millán Astray se rodeó de lo mejor de los oficiales africanistas desde un primer momento: Franco, Candeira Sestelo, Vara de Rey, Olavide, etc. Al incorporarse los legionarios a su destino, el jefe del Tercio de Extranjeros les decía: «Aquí se viene a sacrificarse; el mayor sacrificio es que hay que dejar la vida del mundo y vivir solo para la Legión, que es un cuerpo naciente. Se acabó por ahora la población. Habrá, por tanto, que estar siempre en el campo, y, por último, aquí se ha decidido no jugar ningún juego de naipes. Buena suerte, hijo mío, y ahora mismo al campo».

El Tercio de Extranjeros admitía hombres de entre dieciocho y cuarenta años, españoles y extranjeros, con una soldada de 4 pesetas y 10 céntimos diarios, y una prima de enganche de 350 pesetas. El 20 de septiembre de 1920 se alistó el primer legionario, Carlos Expresati de la Vega. En Barcelona, en tres días, se produjo el alistamiento de más de un centenar de voluntarios. En Nueva York, cuenta Luys Santa Marina, firmaron noventa y seis nuevos legionarios. Los miedos de Millán Astray y Franco de que no hubiese voluntarios no se cumplieron. El Tercio no pide «papeles» a sus voluntarios. ¡Nada importa tu vida anterior!

 Millán Astray no solo quiere soldados que obedezcan sus órdenes y combatan, quiere hombres nuevos, quiere transformarlos, que afronten los rigores de la guerra con alegría y eficacia. Que no teman a la muerte. En las paredes de su acuartelamiento se puede leer. «En el campo del honor hay que demostrar qué pueblo es el más valiente», «¡qué horrible es vivir siendo un cobarde!», «podéis llegar a capitanes de la Legión».

Desde el principio Millán Astray imprime a sus legionarios su forma de entender la milicia. La obediencia total, la disciplina, el valor se convierten en la quintaesencia de la nueva unidad. Su sprit de corp es en la más firme garantía de su eficacia en el campo de batalla. El Tercio de Extranjeros nace con un estilo propio y singular. Sus tambores serán los de la infantería española en Flandes. El capitán Justo Pardo diseñó aposta la pica, el arcabuz y la ballesta cruzados como emblema. Millán Astray bosquejó la porra del tambor mayor y dispuso que las cornetas fueran largas, teniendo que hacerse ex profeso para la Legión. Al tiempo, nace el toque «¡Legionarios a luchar, legionarios a morir!».





El uniforme lo dibuja el comandante mayor Vara de Rey: camisa verde legionaria con cuello abierto, con correajes de lona tipo inglés. El comandante Franco aportó el chambergo y Millán Astray, el uso de guantes blancos con manoplas para los oficiales y el gorrillo legionario con su característica borla roja, el madroño. Se cuidó hasta el más mínimo detalle.

Para los legionarios díscolos Millán Astray organizó el pelotón de castigo. Los arrestados forman un grupo aparte y cuando las banderas salen de operaciones ellos van sin armamento, con picos y palas, como zapadores minadores. Son los hombres del Hacho, la prisión militar de Ceuta. Allí va lo peor del Tercio. Pero incluso ellos están imbuidos del espíritu de la Legión. El Hacho tiene su propia alma. Cuando sus camaradas caen heridos en las alambradas, allí están ellos para socorrerlos al grito de: «¡Arriba el Hacho!». Cuando las filas clarean recogen los fusiles de los muertos para morir combatiendo como lo que son, legionarios. La primera felicitación que recibieron los legionarios de manos del general Berenguer fue en Beni-Arós y se hicieron acreedores de ella los legionarios del Hacho. Más tarde, el entonces jefe de la Legión, teniente coronel Rafael Valenzuela Urzáiz, distribuyó entre sus mandos y tropa una nota en la que añadía un nuevo espíritu:


El Espíritu del pelotón de castigo: Sufrir arresto en el pelotón es un derecho del legionario que pecó militarmente; derecho del que no debe desposeérsele ni con indultos ni atenuaciones, y mientras que ejerce este derecho y paga sus deudas, ha de tener el orgullo de buen pagador, que cuanto más plenamente realice el pago más se despega de sus faltas, que al terminar su correctivo deja de pesar sobre él, puesto que lo liberó pagando su justo precio. Nuestra raza no ha muerto aún.

El 16 de octubre el Tercio fija su acuartelamiento en Dar Riffien, un terreno situado entre Ceuta y Tetuán, una zona bañada por el mar y resguardada del viento. Será la cuna de la Legión española.

El Tercio de Extranjeros se organizó en tres banderas. Cada una equivale a un batallón y está compuesta por dos compañías de fusiles, otra de ametralladora y una cuarta de depósito e instrucción. El 7 de octubre de 1920 nace la I Bandera, mandada por el comandante Franco, le siguen la II de Cirujeda y la III de Candeira Sestelo. Un año después, el 1 de octubre de 1921, nace la IV Bandera.

La primera jura de bandera de los legionarios se produjo el 31 de octubre de 1920.



        En la primera Jura de Bandera se utilizó la enseña del Regimiento Ceuta 60

 

Unos días después, el 3 de noviembre, la I Bandera se dirige a Uad Lau, en el sector occidental del frente de la denominada Guerra del Rif (1911-1927) o Segunda Guerra de Marruecos.

El 14 de mayo de 1923 el Tercio ya se había ganado el derecho a tener su propia bandera nacional. La entrega   se iba a producir en Madrid, pero la gravedad de los combates en torno a Tizz Azza obligó al entonces segundo jefe del Tercio, teniente coronel Valenzuela, a regresar apresuradamente al Protectorado y ponerse al frente de sus legionarios. Su muerte retrasó la entrega hasta finales de 1927. Terminada la Guerra de Marruecos, la Legión recibió al fin su primera bandera el 5 de octubre de 1927 en Dar Riffien, de manos de su madrina, la reina de España Victoria Eugenia.

La Legión se consolida como la mejor Unidad militar de España tras el socorro al Melilla en 1921. El discurso del Teniente Coronel-Millán Astray al desembarcar sigue siendo recordado en la ciudad: “Melillenses, os saludamos, es La Legión que viene a salvaros. Nada temaís, nuestras vidas os lo garantizan. Melillenses, los Legionarios venimos dispuestos a morir por vosotros. Ya no hay peligro”.


Es importante el recordar que, tras este discurso, se dispara la euforia en la ciudad de Melilla, donde, hasta ese momento, la población tenía miedo e incluso pensaban que iban a ser “pasados a cuchillo” por el enemigo al asaltar la ciudad.





Entre 1920 y 1927 pasa de ser un experimento militar a convertirse en una fuerza totalmente consolidada. Así, La Legión recibió su primera Bandera de combate en Dar Riffien el 5 de octubre de 1927, en un acto que estuvo presidido el rey Alfonso XIII y en el que actuó como madrina la reina Victoria Eugenia
La Legión, junto con los Regulares, es la Unidad con más bajas en combate en la guerra de África.

Lucharon 14.000 legionarios españoles y extranjeros que combatieron sin tregua en 893 hechos de armas. Murieron 115 Jefes y Oficiales, 1.885 clases y legionarios. 2.000 muertos en total. Fueron heridos 326 Jefes y Oficiales y 6.096 clases y legionarios, lo que da un total de 8.096 bajas entre septiembre de 1920 y julio de 1936.

Durante la Guerra Civil, La Legión participó en 3.042 acciones de guerra, en la que por sus acciones fueron concedidas 7 Cruces Laureadas de San Fernando colectivas, 17 Medallas Militares colectivas, 7 Cruces Laureadas de San Fernando individuales y 155 Medallas Militares individuales.

Acabada la contienda interna, vuelve a su base en el norte de África de la que no se movió hasta 1956, cuando es desplegada en el Sahara Occidental
Este territorio fue abandonado el 11 de enero de 1976, día en el que embarcaron en el puerto de Villa Cisneros los últimos legionarios.
La Guerra de Yugoslavia en 1992 fue el punto de inflexión para una nueva España democrática que se abría al mundo y cuya influencia se debía plasmar también a través de la denominada diplomacia de Defensa. El 14 de septiembre, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, aprobó el envío de una misión humanitaria a Bosnia-Herzegovina. El 4 de noviembre, la Agrupación Táctica "Málaga" zarpaba hacia los Balcanes iniciando así la participación de La Legión en las misiones internacionales y de todas las Fuerzas Armadas españolas.




Desde ese momento, los legionarios han participado en cuantas misiones han sido requeridos, en Albania (Operación Alba, OSCE), Kososvo (KFOR, OTAN), Macedonia (Operación Cosecha Esencial, OTAN), Irak (Operación I/F, Coalición Multinacional), Afganistán (ISAF, OTAN), República del Congo (Operación Echo-Charlie, Monuc), Líbano (Operación Libre Hidalgo, UNIFIL) y Mali (EUTM Mali, Unión Europea).

En todas ellas han dejado patente que la modernidad de sus medios y de sus tácticas, es compatible con el valor de los viejos tercios. Su historia, que comenzó hace 100 años, es el pilar donde se cimentan las nuevas filas de legionarios, que fieles a su espíritu y a su Credo se constituyen entre las mejore fuerzas de la élite de nuestro Ejército.

Hombres y mujeres del siglo XXI que siguen haciendo suyo la letra de su viejo himno:

Donde el caído lloró angustiado,
donde el hermano la vida dio,
donde traiciones piden venganza,
vuestra bravura siempre acudió
 

Mercedes Pordomingo. Teniente RV del ET

 

EL CAFÉ COMO "CONCESIÓN REAL"

 ¿Qué desayunaba un soldado español en la Guerra de África de 1859?


El 2 de noviembre de 1859 aparecía una Orden destinada a los servicios de Intendencia que regulaba el racionamiento y uso del café, en las plazas militares que se vieron afectadas por la  Guerra de África (oct 1859- abr 1860). 

 


 

 El café se definía como un tónico para el estómago, preferente a las bebidas alcohólicas, que debería recomendarse por los oficiales de Sanidad Militar como:

Concesión otorgada por la bondadosa solicitud de la reina (q.D.g.) en pro de la mejor alimentación y conservación del soldado.


Se establecía, en la Orden, que debía ser tomada a diana, como desayuno, empapando en ella parte de la ración de pan o galleta, para estar preparado para las marchas, despejado y apto para la defensiva y la ofensiva.

Correspondía a la Administración Militar, durante esta Guerra de África iniciada en 1859, facilitar el grano tostado o molido, en perfecto estado. Debería suministrarse también azúcar de la clase media (terciada), en panes, terrones o pulcerizada. La ración era de dieciséis gramos de café y veintiuno de azúcar, por plaza y día.

Los Cuerpos, recibida esta provisión, la debían repartir entre las compañías, quienes lo tostarían, para lo cual se facilitaba un molino manuable por cada veinte plazas. El café molido se debía hervir en las marmitas, por los rancheros, y repartirse en las fiambreras o vasos de hoja de lata de la tropa.

Fuente:

D. SANTIAGO RAMÍREZ OROZCO, Teniente coronel de Intendencia (DIAE – Jefatura de Intendencia de Asuntos Económicos Este) para el Memorial del Cuerpo de Intendencia n10