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28 de febrero de 2019

EL PROTECTORADO ESPAÑOL DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL


Tras la firma del Protectorado en 1912, comenzó la verdadera ocupación y gobierno del territorio asignado.Los rifeños, con una organización social tribal, eran reacios a acatar cualquier autoridad ajena. Ya en el pasado se habían enfrentado a las ocupaciones romana y árabe, y después a la autoridad y al afán recaudatorio del sultán y del Roghi. Ahora ante la presencia española, también iban a ofrecer una pertinaz resistencia a cualquier intento de avance y asentamiento de las tropas españolas en sus tierras.

La penetración había comenzado por la parte occidental, con la ocupación de Tetuán a principios de 1913. Aunque la ocupación resultó pacífica en un primer momento, y su artífice el general Alfau, primer Alto Comisario en el Marruecos español, quiso ganarse de forma cautelosa y pacífica la zona de Yebala, no tardaron en surgir los conflictos de la mano del Raisuni. El jerife rifeño, muy influyente en la región, aceptó colaborar con las autoridades españolas, sin embargo, su personalidad controvertida, y sus maneras despóticas y crueles le enemistaron con el general Silvestre, jefe de las fuerzas españolas en Larache y Alcazarquivir, y le mantuvo en un difícil e inestable equilibrio entre la colaboración y los ataques a las tropas españolas.

General Gómez Jordana
Pese a que el nuevo jalifa, Mulay el-Mehdí había sido adecuadamente elegido y nunca se opondría a la política colonial española, la oposición a la ocupación española crecía por todas las partes. Así, en las inmediaciones de Ben Karrish, solo a unos pocos kilómetros al sur de Tetuán, un grupo de tribus rebeldes amenazaban la avanzadilla española y el camino entre Tetuán y Tánger estaba permanentemente abatido por el "paqeo" marroquí. El 7 de julio fue atacado Alcazarquivir y los continuos ataques del verano de 1913 dieron al traste con la idea de la pacífica ocupación del Protectorado.

Alfau fue relevado por el general Marina en agosto de 1913, comandante general de Melilla, al tiempo que Silvestre fue ascendido a general de brigada y sus tropas ocupaban una pequeña franja de posiciones en el oeste. Mientras al alto Comisario se le encargó reanudar las conversaciones con el Raisuni, el general Silvestre seguia obcecado en su idea de una gran contraofensiva,e intentó obstaculizar cualquier atisbo de entendemiento con el jerife rifeño.
     

Por su parte el general Gómez Jordana había avanzado gradualmente hacia el interior del país de los Beni Sidel y los Beni Bu Yahi y en julio de 1915 después de consolidar con lentitud pero habilidad las victorias españolas en la comandancia de Melilla, ocupó el Alto Comisariado. Y fue él el que propuso la neutralidad española en el conflicto europeo,para preservar la vacilante paz del Marruecos español.

A los problemas que planteaba Raysuni se les añade ahora la complicación de los agentes alemanes operando contra Francia desde la relativa protección de la zona española. Hay que recordar que la estrategia alemana se centró en dar apoyo mediante el envío de fondos y armamento a cualquier foco de resistencia que quisiese acabar con la dominación francesa de Marruecos. Desde que el káiser Guillermo II se presentó en la bahía de Tánger para dar su respaldo al sultán Abd-el-Aziz en 1905, gozaba de cierto prestigio entre los marroquíes más nacionalistas. Por ello, todos los contactos con la resistencia a la ocupación francesa se reactivaron de inmediato.

Aunque España siguió manteniendo su neutralidadad, las autoridades militares eran conscientes tanto de la presencia de agentes alemanes en la zona española como de sus tentativas para establecer contacto con las tribus del interior, con el fin de alimentar una posible sublevación contra la zona francesa. Hay documentación que proporciona numerosas pruebas que ratifican esta realidad. Entre ella resulta particularmente interesante la correspondencia entre el Alto Comisario Francisco Gómez Jordana y otros jefes militares del territorio, en la que se puso de manifiesto la exasperación y frustración que causaba al Alto Comisario esta actitud. Para él resultaba inconcebible que, tanto los Comandantes Generales como sus subordinados, no acabaran de darse cuenta de que una disimulada simpatía hacia las actividades alemanas tan sólo podía causar trastornos y serias dificultades para la labor colonizadora española.

Sin embargo Gómez Jordana tenía limitados medios a su disposición para hacer respetar sus órdenes, a lo que se unía la corrupción y apatía reinante en muchas unidades del Ejército de África que, junto con carencias fundamentales de preparación, material y equipamiento, dificultaban la acción colonial española en Marruecos, y limitaban la vigilancia sobre las actividades alemanas y sus posibles repercusiones sobre las tribus del territorio.

Así pues, durante la Primera Guerra Mundial, en el Protectorado español de Marruecos se mezclaban una frágil estructura de dominación militar incipiente con estrategias de atracción política escasamente fiables (afectadas por un desconocimiento general de la geografía, las costumbres, la lengua y modos de vida de sus habitantes). A esta situación se sumó un nuevo y delicado elemento representado por la propaganda y las actividades de los agentes alemanes. Actividades que acabarían transformando los vínculos y lazos entre las tribus del territorio, sus contactos con las autoridades españolas y, finalmente, sus relaciones con el Protectorado francés.

En este sentido la documentación confirma que Abd el-Krim (padre del futuro caudillo de la rebelión rifeña) fue una figura relevante en la ofensiva alemana en el Rif, y que la ciudad de Melilla fue un centro importante del espionaje alemán en la zona oriental española. En la zona occidental, la actitud ambigua del Muley Ahmed el-Raisuni, caudillo, señor feudal y verdadera autoridad en la región de Yebala, en los alrededores de Tetuán, le permitió beneficiarse de los envíos de dinero y armas alemanes y, al mismo tiempo, mantener sus contactos con las autoridades españolas.

En cualquier caso, de manera general, las actividades alemanas no perturbaron decisivamente la tranquilidad reinante en la zona española durante los años de la guerra. A ello probablemente ayudó el hecho de que una de las primeras manifestaciones de la neutralidad española al otro lado del Estrecho fuera la suspensión de avances y campañas de envergadura y la limitación de las tareas militares a operaciones de policía y vigilancia, prioridades que, sin duda, contribuyeron a la general quietud y sosiego en el territorio. Merece señalar, sin embargo, que no hubo una pasividad total de las unidades militares en Marruecos. Durante los años de la guerra, se realizaron incursiones y avances en las zonas fronterizas que, sin ser tan notables como los de las campañas de 1919, pusieron de manifiesto que no se desaprovecharían oportunidades para avanzar en el dominio del territorio.

En este sentido se efectuaron pequeños avances en la zona melillense. Se ocupó la llanura del Garet y se alcanzó El Batel, donde se hizo llegar la vía férrea, que desde Melilla formaba el eje principal de comunicaciones. También se ocupó y guarneció la meseta de Tikermin, sin que todo ello turbase el sosiego del territorio durante el conflicto mundial.









Quizás el hecho más relevante en el Protectorado español durante este período fue la propaganda y actividades alemanas y, sobre todo, la tibia respuesta de las autoridades españolas ante las mismas. Esta situación creó un enorme dilema a la administración francesa e incontables inquietudes para el mariscal Lyautey, que acabó convenciéndose de la inutilidad de intentar establecer relaciones amistosas con España en Marruecos; al contrario, sintió la necesidad de mantener una estrecha vigilancia sobre la zona española, percibida más como una amenaza para los intereses franceses que como un territorio de entendimiento entre socios coloniales.

En este contexto de recelo y desconfianza, puede sugerirse que la reanudación de operaciones militares en 1919 y las dificultades posteriores creadas por la guerra del Rif, cuya prolongación acabaría finalmente asestando el golpe de gracia al régimen de la Restauración, no fueron sino expresión clara de las condiciones creadas en el Protectorado marroquí durante la Primera Guerra Mundial.


Mercedes Pordomingo Esteban
Teniente Rv