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6 de agosto de 2012

DE ROMA AL CALIFATO DE CÓRDOBA

                                                                                                 Mercedes Pordomingo
                                                                                                 Alférez RV

 El Estrecho de Gibraltar marca en la actualidad un límite preciso entre dos mundos y dos culturas. En su orilla norte la Europa cristiana y latina, y en su orilla sur el África islámica y árabe. Más no siempre ha sido así y el Mar de Alborán fue en épocas pretéritas un nexo de unión siguiendo la ley geográfica de la atracción de la otra orilla en virtud del cual “el pueblo que posee una orilla por una inclinación tiende a dominar la otra”.
Fue así en todas las épocas históricas, desde los fenicios, a los cartagineses y sobre todo en la época imperial romana donde se comprendió perfectamente que la frontera de Hispania no era el entonces denominado Estrecho de Hércules, sino la cordillera del Atlas.
En el año 69 de nuestra era el emperador Otón, mediante decreto hace agregar la entonces denominada Septem Frates -hoy Ceuta- al convento jurídico de Gades (Cádiz) y denomina a la Mauritania, provincia de la Hispania Tingitana (el actual Marruecos), cuya capital era Tánger haciéndola depender en lo jurídico y en lo político de la provincia de la Bética.

Los romanos siguiendo un principio fundamental de geopolítica cierran el Estrecho de Hércules, uniendo política, jurídica y administrativamente las dos zonas del Estrecho.
La Tingitana sigue unida indisolublemente al gobierno de la Bética hasta el 429 en que es arrasada por los vándalos. En la península se ha formado entre tanto un reino hispano-godo y uno de sus reyes Teodoredo, sintiéndose continuador de la herencia hispano-romana decide recuperar la provincia perdida de Mauritania y en el 455 toma Ceuta y su hinterland mauritano.
Transcurren 110 años y la Hispania Tingitana continua dependiendo del reino hispano-godo hasta que Atanagildo se ve obligado a ceder en el 554, el Algarbe, la Bética, parte de la zona levantina y Mauritania al emperador bizantino Justiniano.



En el año 615 Sisebuto expulsa a los bizantinos de la Península y acto seguido reconquista Ceuta y parte de la Mauritania a lo que bautiza con el nombre de Hispania Transfretana, es decir, la España de más allá del Estrecho, del nombre latino Fretum Herculis, Estrecho de Hércules.
Wamba ve con clarividencia que la pérdida de las provincias africanas de España a manos de los árabes traería la pérdida de la propia identidad y entre el 672 y el 680 derrota naval y militarmente a los árabes en la Transfretana, retrasando seis lustros el asalto musulmán a España.
La Hispania Transfretana se pierde en una rapidísima campaña de los árabes y de sus nuevos correligionarios, los bereberes –raza autóctona del norte de África- y en el año 708 cae en sus manos la última ciudad española en África: Ceuta. Lo ocurrido a continuación es de lógica histórica, los que dominan una orilla del Estrecho tienden a dominar la de enfrente, y el reino hispano –godo desaparece, y surge una nueva España, la islámica o Al-Ándalus que domina la casi totalidad de la Península Ibérica, y la antigua Transfretana que a poco va a denominarse el Magreb – el Occidente- continuará unida al emirato y más tarde al Califato de Córdoba sin solución de continuidad.


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