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21 de marzo de 2017

LA AVIACIÓN MILITAR ESPAÑOLA ESTRENA SUS ALAS EN MARRUECOS

                                                                                Mercedes Pordomingo Esteban. Teniente RV

El Protectorado español en Marruecos fue el escenario colonial donde la aeronáutica castrense española  vivió sus primeras acciones de combate y comenzó una andadura que siguieron con atención las potencias europeas del momento.

El teatro de operaciones norteafricano presentaba grandes dificultades para la ocupación efectiva del territorio: una complicada orografía, la dispersión de la población, la belicosidad de las tribus que hacían un uso constante de la guerra de guerrillas e incluso el boicot más o menos patente de los franceses a la “causa” española fueron trabas estratégicas para la victoria española.
  
Sin embargo a este panorama, donde la imagen del Ejército del momento oscilaba entre la ineficacia militar- lastrada por la hipertrofia de oficiales y el escaso número de soldados con su injusto sistema de reclutamiento- y la escasez armamentística, hay que reivindicar la importancia de algunas novedades, entre las que destaca el uso de la aviación militar.
   
La Aviación militar española nacía en Madrid, en el aeródromo de Cuatro Vientos en 1911 y entraba en acción en Marruecos dos años más tarde, en 1913. A partir de este año y con una rápida adaptación (los primeros usos “ofensivos” de aviones los realizaron los pilotos españoles con el lanzamiento manual de bombas) la aviación entró en la Campaña de Marruecos.

La primera escuadrilla estaba formada por dos Nieuport IV M, tres Lohner B-I Pfeilflieger y tres Maurice Farman MF-7. En total ocho aparatos que, desmontados, fueron trasladados en camiones desde Cuatro Vientos al puerto de Algeciras, donde embarcaron con destino a Tetuán. La expedición iba al mando del capitán Kindelán. Los aparatos fueron montados y equipados rápidamente en Sania Ramel, en las proximidades de Tetuán (aeródromo de Río Martín). El primero en salir en vuelo fue el Nieuport IV M nº5, el 2 de noviembre de 1913 tripulado por el teniente Alonso y el alférez de navío Sagasta.

El 7 de noviembre sobre Ben Karrich un Lohner B-I tripulado por Barrón y Cifuentes que lanzaron el primer bombardeo de la historia con proyectiles específicamente aéreos (los italianos lo habían hecho antes en Eritrea, pero con proyectiles de artillería).
 
  Capitanes Barrón, como piloto, y Cifuentes, como observador, a bordo del Lohner durante el primer bombardeo aéreo de la historia de la aviación.

El 13 de noviembre el Farman tripulado por Barreiro y Ríos que efectuaba un vuelo de reconocimiento, fue tiroteado por los rifeños hiriendo gravemente a los dos pilotos. Su acción y la primera sangre derramada en combate por la Aviación española se vieron recompensadas por la Laureada.

Ya en 1914 se empezó a actuar desde Zeluán, y el General Goded, curtido africanista hace este compendio de las misiones de la aviación española en Marruecos:
  

“Su empleo en Marruecos es de extraordinaria eficacia, de infinita variedad y de enorme efecto moral. (…) En la información y en la exploración, en los bombardeos de castigo, en el combate para combatir la artillería enemiga,… en los momentos difíciles abasteciendo posiciones o columnas, en todas las ocasiones y momentos el avión es el elemento indispensable para la guerra de Marruecos, su vuelo majestuoso despierta la confianza en nuestro soldado, que se siente defendido y apoyado desde el aire, y el aviador, dueño del espacio, es mirado con cariño y hasta admiración por sus compañeros de tierra.”  

El reconocimiento del teatro de operaciones, la toma de fotografías aéreas para el diseño de planos topográficos del terreno, los bombardeos estratégicos sobre posiciones enemigas con fines de desmoralización o de inhabilitación de defensas –especialmente en la Guerra del Rif- el bombardeo táctico cubriendo a las tropas en las retiradas, la guerra psicológica con propaganda, el abastecimiento de las posiciones sitiadas por el enemigo, a través del envío de barras de hielo (abastecimiento de agua) y de latas de conserva, y la función de correo con las posiciones avanzadas y con la Península, fueron las principales tareas desempeñadas por la aviación militar española en la Campaña militar de Marruecos.
En estos años se mantuvieron escuadrillas en Marruecos operando siempre que era necesario. Se creó el aeródromo de Arcila (Larache) y el de Zeluán (Melilla) y se fueron aumentando paulatinamente los medios aéreos, los tripulantes, y la intensidad de las operaciones.



Formación de biplazas Breguet 14. Los primeros ejemplares de este avión fueron adquiridos en 1919 de excedentes franceses de la I GM y en octubre de ese año se destinaron a la base de Tetuán



En la década de los 20, la fuerza aérea española llegó a contar con 300 aparatos, contando tanto los de la Aeronáutica Militar como los de la Naval.
En la primavera de 1921, el caudillo rifeño y antiguo funcionario de la administración española, Mohamed Abd-El-Krim, logró poner en pie de guerra a algunas de las cabilas más belicosas de la zona española del protectorado. Fue durante esta campaña cuando se produjo la primera intervención en combate de la recién creada fuerza aérea española, que acompañó su bautismo de fuego con la puesta en práctica de alguna de las más novedosas tácticas de guerra aérea: el vuelo a la española.
El momento de máxima tensión de este conflicto se produjo en el mes de julio de 1921, cuando los rifeños de Abd-El-Krim frenaron el avance terrestre del general  Silvestre hacia Alhucemas y tomaron sucesivamente las posiciones de Abarrán, Igueriben y Annual, dando lugar al llamado Desastre de Annual. Sus terribles relatos encontraron amplio eco en toda la prensa nacional e internacional, dando lugar a  la caída del gobierno y a  la formación de un nuevo gabinete al frente de  Antonio Maura. Su primera medida fue aprobar un crédito extraordinario para la compra de aviones que junto a su adquisición mediante una colecta popular realizada en las diferentes provincias y ciudades de España, proporcionaron al Protectorado los primeros aparatos De Havilland DH-4, DH-9 y DH-9A procedentes de los stocks británicos de la Primera Guerra Mundial. Estos aviones, en cuyos fuselajes figuraba el nombre de la ciudad o provincia que había costeado su adquisición, estaban muy fogueados y sus prestaciones fueron muy apreciadas por las tripulaciones españolas.

En la foto el aparato “Archipielago Canarias” financiado por esa región española
Fue en ese angustioso contexto donde nació el "vuelo a la española", bautizado así por el periodista francés Maurillac. Las tripulaciones aéreas comprendieron que había que volar a pocos metros del suelo para poder "colocar" el aprovisionamiento en la posición. Mientras tanto, el resto de la patrulla bombardeaba y ametrallaba al enemigo que cercaba a los sitiados. Esta táctica exponía al avión y a sus tripulantes al fuego rifeño realizado desde todos los ángulos de tiro posibles (incluso desde arriba), provocando numerosas bajas humanas y derribos de aparatos.  Los aviadores eran conscientes de ello, pero también comprendían la situación de sus compañeros sitiados y no dudaron a la hora de realizar ataques a baja cota donde los aviones de la escuadrilla, formando una "cadena", ametrallaban y bombardeaban sucesivamente los nidos de ametralladoras o puntos fuertes de los sitiadores.

Cuando el 27 de agosto de 1922, el comandante Alfredo Kindelán fue nombrado Jefe de las Fuerzas Aéreas de Marruecos, por razones de efectividad, limitó las acciones de apoyo a baja cota a aquellas posiciones cuya situación fuera extremadamente grave. Aunque se reconocía el beneficioso efecto que sobre la moral de la tropa tenía este tipo de misión, también se era consciente de que los recursos no eran cuantiosos y la campaña aún sería muy larga.

Ante la falta de aeródromos en la zona oriental del Protectorado, se tuvo que habilitar como campo de vuelo el hipódromo melillense, donde días después aterrizaron los capitanes Luis Manzaneque y José Carrillo Durán, a los mandos de un Bristol Tourer. 

En los aeródromos africanos se forjó el carácter de la aviación española, caracterizados por los arriesgados vuelos a baja altura que fueron denominados “a la española” 
El apoyo aéreo a la zona oriental del Protectorado se completaría en 1922 con la creación de la base de hidros de El Atalayón, en la zona de la Mar Chica, próxima a la ciudad de Melill. Desde allí, los hidros Macchi M-18, Savoia S-16 bis y, posteriormente, los Dornier Wal, apoyarían el avance del Ejército.
La Aeronáutica Naval, creada en 1917, recibió así mismo su bautismo de fuego a lo largo del lustro de guerra. En una de sus primeras acciones, el portaaeronaves Dédalo, bajo el mando del capitán de corbeta Pedro María Cardona y Prieto, acudió con su dotación de un dirigible SCA e hidros Macchi M-18 y Savoia S-13 y S-16 a la zona de Alhucemas, con el fin de aliviar la situación de los peñones costeros sometidos al hostigamiento rifeño. Maniobrando independientemente por la costa, el dirigible de la Marina tuvo ocasión de ser el primer aerostato del Ejército español en bombardear Marruecos (acción de Sidi Dris). 
La aviación militar española en Marruecos contó con hidroaviones de origen italiano Savoia S-16, que operaron desde la base El Atalayón.


La agitación social y política en España empezó a adquirir tintes dramáticos cuando se produjo el golpe de estado en septiembre de 1923 en el que, con el placet de Alfonso XIII, el general Miguel Primo de Rivera instauró la Dictadura. Una de sus primeras medidas fue intentar acabar con el problema marroquí mediante el abandono del territorio y frenar la sangría en el Rif.
El plan del gobierno incluía la reubicación de las tropas, que se encontraban en posiciones dispersas, en una línea fortificada entre Tetuán y Zauen. El abandono de las posiciones se hizo bajo cobertura de la Aviación, que perdió a buenos pilotos y observadores.

Sin embargo, el repliegue español constituyó el acicate para que Abd-el-Krim lanzara, en abril de 1925, una ofensiva simultánea contra los españoles y el Protectorado francés. El ataque causó tantas bajas y quebraderos de cabeza a Francia, que motivaron la realización en junio de ese año de unas conversaciones hispano-galas, que fructificaron en el Tratado de Madrid, en el que se coordinaban los esfuerzos militares para acabar definitivamente con Abd-el-Krim, mediante una acción combinada de los medios aéreos, terrestres y navales, que culminaría en el desembarco de Alhucemas, el 8 de septiembre de 1925. 

Los españoles sabían que esta bahía era la llave del Rif y el enclave central de los Beni-Urriaguel, la cabila de Abd-el-Krim. A pocos kilómetros de Alhucemas se encontraba Axdir, centro neurálgico de la rebelión.
Este  desembarco fue una compleja operación anfibia que tenía como objetivo pacificar definitivamente el protectorado Español de Marruecos, y en ella  la Aeronáutica tanto Naval como Militar tuvieron como objetivo batir las posiciones enemigas y evitar cualquier maniobra defensiva que el enemigo hubiera podido desarrollar. 
Durante el Desembarco de Alhucemas entró en combate la Escuadrilla de Aeronáutica Naval de Macchis bajo el mando del teniente de navío Francisco Andrade, embarcado en el Dédalo, que desarrolló una intensa acción ofensiva y contribuyó de manera significativa al éxito de la operación. Fue el primer desembarco aeronaval de la historia contra una costa hostil y artillada, y sirvió de modelo al posterior desembarco aliado en las playas de Normandía.

El portaaeronaves Dédalo

El día 2 de octubre de 1925, las columnas del general Sanjurjo tomaron Axdir. El 27 de mayo de 1926, un hidro tripulado por José Gomá Orduña y Antonio Sanz Gracia, bombardea la alcazaba de Sennada, cerca del Protectorado galo, lo que obliga a Abd-el-Krim a entregarse a los franceses, por temor a las represalias de España. 

Después de la rendición del caudillo rifeño, a finales de 1927, tan sólo quedaban núcleos rebeldes en los macizos montañosos de Yebel Alam y Yebel Hessana, donde la aviación volvió a prestar apoyo al ejército con los ya más modernos Breguet XIX.

Fue por tanto la Campaña de Marruecos donde la Aviación Militar actúa por primera vez en la Historia como arma aérea, ejerciendo su acción de manera regular, coordinada y de conjunto.


La recién creada Aviación militar española recibe su bautismo de fuego en Marruecos y es allí donde escribe sus primeras páginas gloriosas, por las que en abril de 1923 se impone la Medalla Militar a la Bandera de la Aviación, como reconocimiento a la extraordinaria labor ejecutada por los aviadores en Marruecos. Esta ceremonia tuvo lugar en Sevilla durante el acto de inauguración de la base aérea de Tablada, desde entones entrañablemente unida a la Historia de la Aviación Española.
 









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