Tras la campaña de 1909, la situación política de la región
del Rif presentaba un mejor cariz, especialmente en las inmediaciones de
Melilla. Las sumisiones de los jefes y caides de las cabilas circundantes a la
plaza continuaron produciéndose, entre ellas la del jefe de la cabila de Beni Sicar, Abd el
Kader, moro prestigioso que había luchado contra las tropas españolas en
Taxdirt y que en enero de 1910 hizo acto de sumisión ante el general Marina.
La actividad militar quedó reducida a frecuentes recorridos
por la zona dominada para transmitir sensación de autoridad y seguridad en las
cabilas sometidas y a la ocupación de nuevos puestos de defensa para la mejora
de las comunicaciones entre las posiciones avanzadas. Se realizaron así mismo, levantamiento de planos y croquis para un mejor conocimiento del terreno, cuya
ignorancia fue la causa del desastre del Barranco del Lobo.
Paralelamente se otorgó un nuevo status de carácter militar
a la plaza de Melilla convirtiéndola en Capitanía General y asignándola una
dotación permanente.
Por su parte, el general Marina intentó favorecer el
comercio entre la plaza y sus
alrededores, a fin de estrechar los lazos con la población indígena. Esta misma política la aplicó en aquellas plazas de soberanía españolas situadas en
la bahía de Alhucemas (Peñón de Vélez y Peñón de Alhucemas), en su relación con
las cabilas cercanas (Beni Urriagel y Bocoya)
Los logros de esta política conciliadora culminaron con la
visita de Alfonso XIII a Melilla, realizada en enero de 1911, a la que el
monarca acudió acompañado de los miembros más representativos de su gobierno.
El rey visitó, en medio del entusiasmo popular, los distintos rincones de la
ciudad y los lugares en que habían tenido lugar los principales acontecimientos
de la campaña de 1909, recibiendo presentes de varios cadíes y jefes de cabilas. El viaje del rey, por otra parte, venía a demostrar a los
ojos del país, el interés del monarca y su Gobierno por las cuestiones marroquíes, a la vez que
suponía consiguientemente un llamamiento a la opinión nacional a favor de la
empresa africana. El 14 de enero de 1911,Alfonso XIII embarcó de nuevo hacia la Península expresando
sus mejores deseos para la paz y el progreso de la zona de influencia española.
Sin embargo, la realidad venía a ser más inquietante que los
deseos del monarca. Las tribus del Rif, habituadas a no reconocer ninguna
presencia extranjera, aumentaron sus agresiones sobre las posiciones
avanzadas españolas, a la vez que incitaban a la
rebelión a las cabilas situadas tras ellas. En este contexto aparece la figura de
el Mizzián, un caudillo que reafirmó los lazos y la unión entre las cabilas, pregonero
incansable de la jihad contra el invasor y que reunió a un verdadero ejército que
lanzaban expediciones armadas (harkas) contra los españoles, haciendo más
peligrosa la situación.
Mohamed Amizian "El Mizzian" |
A su vez los españoles desarrollaban una intensa
campaña política entre los notables rifeños, comprando lealtades y tejiendo las
alianzas suficientes que les permitieran en un futuro imponer su influencia en
el territorio.
El alcance de la acción política entre las cabilas
limítrofes a las posiciones avanzadas españolas se veía constantemente reducido
por la acción de las harkas rifeñas, que creaban un estado de inseguridad constante
en los límites del avance español.
A lo largo de 1911
los paseos militares de las tropas se habían extendido hasta ocupar posiciones
bastante alejadas de Melilla, como el Zaio (cerca del límite con la zona
francesa, en la cabila de Ulad Setut), Ras Medua, Tauriat Zag (posiciones
envolventes a lotro lado del Gurugú. en dirección al río Kert) o Segangán
(cerca de las minas de Beni Bu Ifrur).
Los motivos de dichas ocupaciones se debían sobre todo a las peticiones de protección de las cabilas amenazadas por las incursiones rebeldes, aunque algunas de ellas tenian por objeto pacificar el territorio cercano a las minas para facilitar su explotación o, simplemente, expandir la autoridad militar española a lo largo de la zona de influencia (especialmente la posición del Zaio, ocupada para “marcar” la frontera española ante la zona francesa).
Los motivos de dichas ocupaciones se debían sobre todo a las peticiones de protección de las cabilas amenazadas por las incursiones rebeldes, aunque algunas de ellas tenian por objeto pacificar el territorio cercano a las minas para facilitar su explotación o, simplemente, expandir la autoridad militar española a lo largo de la zona de influencia (especialmente la posición del Zaio, ocupada para “marcar” la frontera española ante la zona francesa).
Tauriat-Zag |
Tauriat-Zag |
En el límite de esas posiciones avanzadas se desarrollarían
los sucesos que darían lugar a la campaña de 1911-1912, conocida como la
campaña del Kert.
En agosto de 1911 una Comisión Geográfica del Estado Mayor
del Ejército levantaba planos en la zona próxima al río Kert, en el mismo
extremo de las posiciones avanzadas españolas en la cabila de Beni Sidel. Allí
fueron objeto de una agresión en la que murieron 4 soldados, viéndose obligada
la restante-fuerza a replegarse sobre la posición de Tauriat Zag. Desde esa
posición y desde otras vecinas se inició una operación de castigo que llevó a
las tropas españolas hasta el río Kert a finales del mes de agosto.
La estabilización de posiciones en ambas orillas del río y
la impetuosidad creciente de las harkas enemigas, pertenecientes en su mayoría a
las cabilas más cercanas al Rif, convencieron al general García Aldave, sustituto
del general Marina, de la necesidad de solicitar al Gobierno de la Nación el
envío de nuevas tropas. Accedió a ello el Gobierno Canalejas, afrontando de
nuevo la impopularidad que su decisión causó en ciertos sectores de la opinión
pública La huelga general revolucionaria convocada con motivo de los nuevos
envíos de soldados, y los asesinatos de diversos personajes públicos a lo largo de los
meses de mayo a septiembre de 1911 provocarían que el gobierno Canalejas
adoptara medidas de excepción en Bilbao y en Valencia,y finalmente decretara la
suspensión de las garantías constitucionales en toda España (RO. del 19 de
septiembre de 1911).
La campaña del Kert, así iniciada, pretendía llevar el dominio
español hasta los límites marcados por el río Kert, situado a unos 20
kilómetros de Melilla. La estabilización del frente de contacto y los continuos
y sucesivos avances y retrocesos entre una ribera y otra del río diferenciaron
esta campaña de la de 1909, en la que los avances resultaron más francos y la combatitividad
del enemigo menor. En la campaña del Kert se pudo apreciar con claridad que a
medida que las tropas españolas se adentraban en las inmediaciones del corazón
del Rif, la hostilidad del enemigo era más crecida, y su resistencia más
decidida. La posesión de dos enclaves cercanos al río –la posición de de
Ishafen al norte y la de Imarufen al sur- centraron buena parte de la campaña,
siendo objetivo prioritario del enemigo conquistarlos y de las tropas españolas
mantenerlos. La cooperación de la Armada, que desde el litoral bombardeó los
poblados indígenas a retaguardia de la zona de contacto, se dejó sentir
eficazmente para las fuerzas avanzadas, que pudieron atravesar en varias ocasiones
el río aunque la acometividad del enemigo les obligara siempre a repasarlo.
Sin embargo, no era tan sólo el dominio de la línea del Kert
el objetivo de la campaña. Consciente el Gobierno y las autoridades militares
del territorio de que el germen de la rebelión se encontraba en las montañas
del Rif, especialmente en la cabila de Beni Urriagel. se preparó un plan de desembarco
en la bahía de Alhucemas -en el litoral de dicha cabila-, con el fin de iniciar
desde allí un avance de castigo hacia el interior y atrapar al enemigo entre
dos frentes.
Tal proyecto no pudo llevarse a cabo finalmente. El estado
del mar en época tan avanzada del año y la preparación del enemigo para la
defensa, aplazaron su realización indefinidamente, reduciendo la campaña a los límites establecidos en torno al
río Kert.
Pero tampoco esta vez el gobierno y el ejército
españoles supieron aprovechar la teórica ventaja que suponía la desintegración
de las harkas rifeñas, desorientadas por la pérdida de su jefe, y frenaron
bruscamente todas las operaciones y los españoles se afanaron en firmar un
acuerdo de paz con los jefes de las diversas cabilas, que pusiera fin
momentáneo a los combates. El territorio efectivamente ocupado alrededor de
Melilla era el doble respecto al de 1909, un rosario de posiciones
paralelas al río, , pero más allá del río Kert,
el Rif (la mayor parte) continuaba libre.
Por primera vez se habían empleado en campaña unidades de
Regulares, compuestas por tropas indígenas al mando de oficiales españoles, y
también por vez primera la Armada había tenido un papel destacado en la misma.
TENIENTE DE CABALLERÍA
D. JAIME SAMANIEGO Y MARTINEZ FORTÚN
(PRIMER CABALLERO LAUREADO DE SAN FERNANDO
PERTENECIENTE A LAS FUERZAS REGULARES INDÍGENAS
CONDECORADO EN LAS CAMPAÑAS DE MARRUECOS)
PERTENECIENTE A LAS FUERZAS REGULARES INDÍGENAS
CONDECORADO EN LAS CAMPAÑAS DE MARRUECOS)
R.O. de 6 de Abril de 1916 (D.O. 81, de 7 de Abril de 1916)
Poblado Haddu Al-lal U Kaddur (Melilla) 15 de Mayo de 1912
ENTERRADO EN PANTEÓN DE HÉROES F4-Nº 1
El día 15 de Mayo de 1912, en el poblado de Haddu Al-lal u Kaddur, al suroeste de Melilla, el Teniente de Caballería Don Jaime Samaniego y Martínez Fortún, nacido en Valladolid el 29 de agosto de 1883, muere heroicamente en combate al mando de su sección del 3º escuadrón de las Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla.
Tras ser herido gravemente en la boca, continuó dando pruebas de sereno valor cargando al frente de su unidad contra harqueños rebeldes, hasta que una segunda herida, en el corazón, acabó con su vida. Como consecuencia de esta acción fue abatido El Mizzian, destacado cabecilla rifeño de la revuelta. Con esta operación se dio por finalizada la denominada campaña del Kert.
El Teniente Samaniego perteneció ala Promoción de 1906 del Arma de Caballería, tan sólo hacía dos meses que se había incorporado a las Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla, tras su anterior destino en el Regimiento de Caballería Alcántara nº 14.
El Teniente Samaniego perteneció a
Por una Real Orden de 6 de abril de 1916, S.M. el Rey Alfonso XIII le concedió la Cruz Laureada de San Fernando, así como el ascenso a Capitán a título póstumo, pasando a ser el primer Regular distinguido con esta condecoración.
sepultura del Teniente Samaniego en el Panteón de Héroes del Cementerio de Melilla |